viernes, 26 de agosto de 2016

CUENTOS D E LOS MARIDOS 2

LO QUE CALLAMOS LOS HOMBRES - PARTE 2 -






Un saludo especial en este  día de recogimiento, a todas aquellas parejas que se aman y que  a pesar de los años y después del encanto de los primeros  días, “N” años después siguen queriéndose igual  o………..
NOTA: es  coincidencia cualquier parecido con la realidad.
Viví  en el Callao, mi niñez  y  juventud, y  a pesar de ello no tuve  amoríos  con las hermosas  mujeres  que  ahí habitaban, te  diré porque.
Amalia era  una  hermosa  morena  de  buen  ver, simple, afable  de sonrisa y suntuoso caminar; tendría yo 16  años y ella vivía casi frente a mi  casa, su figura era espectacular, el pecado venia a mi  por las noches en mis  pensamientos causando estragos a mi vida y a mis  sabanas; la deseaba  con locura, ella me  sonreía y la  veía  a diario pasar,  pero  yo no jugaba  pelota, no  hacia  deportes, era un  trapito   debilucho, fácil de zarandear , eso me amilanaba  porque  sus  hermanos; tres  en  total, más parecían mastodontes prehistóricos, su padre  con  vista de  energúmeno  me detenía y sin  contar con su madre, sus hermanas  y sus primos, en verdad  era  una prole  numerosa  e inconquistable: tire  la  toalla  en una.
Deje pasar  el tiempo y su caminar, solo me  conforme  con mirarla  es que no era combatiente de  peleas  de  Capuleto; seguí mi camino. Mucho después apareció por  la otra  calle, una descomunal repisa de morena, no era hermosa de faz, pero  era descomunal y  joven, yo tendría 22  años y ella  aun los 16, ya había más  experiencia en mi vida  y mas  ímpetu, total quería ser terruco y tal vez  si algo sucedía, llamaría  a mis camaradas para que me  defiendan.

Corina  se llamaba  y la cite un día, previamente  averigüe de su familia, eran unos zimbabwenses  pacíficos, podría  esa torre ser tomada en el juego de ajedrez , que la  vida me ofrecía; así que  salí con ella; nos encontramos en La  Maquina Del Sabor, de la Av. Venezuela, a modo de bailar  salsa de Oscar y de Celia de esos tiempos; no me duro mucho la  felicidad  por que  en  pleno  baile, aparecieron sus amigos  y amigas incluso sus admiradores, que me  superaban  en estatura, peso, corpulencia y agresividad, y encima como nunca  terruquie, nunca nadie  me  salvó; decidí dejarlo ahí, porque  a pesar de  que estas  chalacas  eran hermosas, preferí que  digas aquí corrió, en vez  de que aquí murió.

Un profesor  que conozco que no quiero decir  su nombre, menor que yo en casi 10 años, se  está  quedando calvo, nació en Abancay - hermosa  tierra-, lo conocí  desde  hace  veinte  años, amigo de habitación de estudiante  en San Borja, mientras  que estudiaba medicina,  trabajaba  como obrero de  construcción y era  dizque guapo ( bueno eso dicen mis amigas), era  el hombre más seductor que pude  haber conocido, nunca  andaba  solo, siempre había una mujer que lo seguía, que lo buscaba  y que le ofrecía el oro y el moro para quedarse  con él; pero este era  cimarrón, libre como el viento, deshojador charrasqueado, sin respeto a  nadie ni a nada, incluso abandone su amistad por que  como dicen ahora, era  partidor, choco  conmigo, con su jefe, con el dueño de su  casa, con su  tío, con su hermano, con su sobrino, con el director  del instituto y con sus colegas, no tenia reparos ni le hacía ascos a nada, le aconseje de todo lo poco que sabia y había  vivido, pero el se  reía, una arquitecta  profesional y adinerada, le  suplicaba  casorio; la profesora  del colegio Sophianum le pedía  aunque sea un hijo y él: andante, sonriente, cantante.
Todo lo que le aconseje no servía de nada, pues  me superaba  con creces  en experiencias del Monte  Venusiano, y en realidad  solo un consejo le pude  haber dado que le  sirva y ese justamente, no se lo di
Planto a una novia en plena  boda, se  llevo un préstamo de un padre enamorado, rompió varias  veces  compromisos casaderos, pues  nadie llenaba  sus expectativas, y  tuve que alejarme de él pues  estaba  seduciendo a mi enamorada  Teresa.
No termino su carrera, se dedico a tener  un negocio propio  una farmacia  con su hermano, y seguía  en sus andadas, hasta  que  conoció a una hermosa  pieza  de ébano, que  ayudaba  en los quehaceres  domésticos de  casa de su tío Clemente; hizo la  jugada  típica que el sabia  hacer y logro su cometido: ella de 19 años y el de  28, se llevo  muy pronto como era de esperarse los laureles, pero ella quedo embarazada, que terrible aprieto; decidió reconocer  al vástago que por suerte era varón, y pasarle una  pensión, pero eso de casarse  con ella, ni pensarlo.
Ella quería casorio, como todas la que exigieron lo mismo, pero solo ella  vivía  en El Callao y tenía 5 hermanos  varones  y  3  hermanas mujeres, todas  en la  cuadra 7 del jirón Ancash, su mama recién egresada de Santa  Mónica y su padre  aun estudiando un doctorado en San Jorge, no tuvo escapatoria  los  hermanos hablaron amigablemente  con el dueño de la  botica que era  el hermano mayor y no hubo más remedio, a casarse  con guitarra  y con  cajón; lo recuerdan muchos esa hermosa fiesta que se hizo en el local de Plastik Callao, que  tan generosamente  Don Benedicto  dio a sus ahijados, de  eso ya hace muchas lunas, recién me estoy enterando de  todo lo que  paso en mi ausencia.
Y por que me  entere?, por que  comencé  a  averiguar que paso con ese  conquistador, seductor y peludo charrasqueado, el lava la  ropa, la plancha y la  cose, barre  su casa,  lleva a sus   dos hijos al colegio, hace  el almuerzo, el desayuno, el lonche y la lonchera, el tiempo que le  sobra, lo usa  en trabajar  en una empresa de  servicios de decoraciones, es  un padrillo ejemplar, no usa  celular, no tiene  email, ni face y sé que  este relato le llegara  de oídas, pues  está  condenado a no tener  modernidad, vive  con su suegra  y  dos  hermanas  enfermas que  está en la obligación de cuidarlas, en realidad la novela  el varón domado  termina  aquí; Fariana  que así se llama la  morena, trabaja en el Serenazgo de La Perla, feliz  pues su sueño de un hombre fiel, sincero, trabajador, amoroso, buen padre, que no fuma, ni toma, no juega, ni baila, le ha tocado en su vida.
Profe perdóneme, porque no le di el único consejo que debía habérselo hecho saber; pero vez,  tú te me andabas  riendo.  

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